El cambio es bueno. El cambio es saludable. Aplaudo los cambios y siempre suceden: a veces porque los busco. A veces sin que yo quiera. Cambio de ánimo, de ropa, de perfume, de opinión. Sin embargo hoy hay algunas cosas que me gustaría que se queden así como están:
- Mi sobrina. Que no crezca más, no la quiero ver sufrir entre los adultos, desengañarse, golpearse. Demasiado tuvo de pequeña. La quiero así, en esta edad en que todavía me dice "Tiuchis, sos una genia".
- El clima. Que esté como hoy: con sol y fresquito. Sin el agobio del calor extremo, sin la incomodidad y desasosiego del frío hasta los huesos.
- Mis ganas. Que me sigan acompañando las ganas de hacer cosas, de moverme, de mejorar. Que no me deje vencer. Que no me acostumbre a lo mal hecho ni tome la mentira y la deshonestidad como lo más normal (aunque lo sea).
- Mi capacidad de emocionarme. Hoy lloré ante el recuerdo de mi abuela. No quiero volverme piedra ante ciertos dolores, ante ciertas ausencias. Me hago/hice inmune a mil cosas. Pero no quiero ser inmune nunca a los sentimientos de alegría y de dolor que conciernen a mis seres amados.
- Mi amor. Quiero que nos sigamos amando siempre. Que nos acompañemos, que nos hagamos reír, que nos abracemos al llorar.
- Mi gusto por las cosas simples. Me encanta sentirme bien con el solo roce del agua en el cuerpo, con el sabor de un mate o de un vino, con la vista de una atardecer, con la fragancia de una planta de lavanda...