martes, 19 de octubre de 2010

¿Y esto?


Ya lo sentí antes: una desconexión con todo y especialmente con él.
No quiero escupir al cielo y quejarme, entonces me aguanto cosas. Pues sucede que no solamente la cosa no es perfecta (que es lo más natural) sino que se me presentan muchas dudas.
¿Está bien que esté con alguien que me tiene miedo? ¿Está bien que esté con alguien que porque soy cabrona cree que le puedo arruinar vínculos y que cree que puedo saltar a decirle cualquier cosa a cualquier persona cuando lo que más vengo haciendo es callarme para justamente no dañarlo? ¿Está bien sentir que no tengo la misma jerarquía que el resto de sus afectos? ¿Está bien que esté con un señor que me ama pero que muchas veces no me registra?
¿Está bien que cuando surgen estos temas yo tenga que hacer una defensa de mí misma y explicarle que al contrario de la mayoría de las mujeres, aun cuando me aburro con sus amigos los respeto, que jamás tuvieron una objeción para venir a mi casa, incluido el amigo que es mal bicho, zorro y deshonesto?
¿Está bien que en momentos como estos me ciegue con estas cosas y me cueste mucho poner en la balanza todo lo bueno porque algunas de estas cosas me lastiman en extremo?
¿Es natural que vea peligrar el futuro de mi relación porque no sé cómo compatibilizar mi exceso de caracter y honestidad brutal con su increíble silencio y la sensación permanente de que intenta seguir teniendo 14 años?
¿Es natural que esté triste y enojada cuando me siento una mierda por cuestionar a alguien tan bueno y que quiero tanto y que me reviente tener que defenderme por ser como soy?
La lista de preguntas sigue, yo no tengo más ganas de hablar, escuchar o escribir... me querría ir sola unos días a pensar y dejarlo pensando, pero eso no es posible sin que produzca un quiebre (y no de los buenos).
Transitaré esta tarde como me salga y seguiré pensando.

viernes, 1 de octubre de 2010

Todoterreno


Una vez un amigo me dijo "tu rutina es el cambio", una vez más tenía razón. Cambio de ideas, de ropa, de kilaje, de trabajo, de casa.
Las mudanzas son agotadoras y dicen los que saben que es una de las situaciones más estresantes para el ser humano. Muy bien, esta es la décima.
Más allá de la adrenalina primera, decidí tomarlo como una oportunidad de cambio y renovación, y me está saliendo bien.
Tiré cosas, me aligeré un montón la carga, y pienso en los elementos que faltan como una grandiosa ocasión para elegir algo nuevo, para hacer compras, para tener lo que quiero.
Tiene mucho de ilusión y es un cambio total: en lo edilicio, en el tipo de barrio, en no mudarme sola, en todo.
Así que allá iré, una vez más por el cambio. Tengo muchas ganas de hacerlo