lunes, 23 de agosto de 2010

Aprendizaje

Hace tiempo que aprendí a distinguir profesores de Maestros, y este fin de semana aprendí mucho más que pasos nuevos.

Encontré detrás de una experta bailarina una bella maestra. Descubrí que antes que lo hermoso de su técnica, lo que hace lucir sus movimientos es su espíritu, su alegría, su entrega. Me reservo sus mejores frases del fin de semana, porque las dijo sólo para nosotras.

Gracias a ella recordé que las cosas que quiero lograr deben partir de mí, que todo está dentro mío y que soy mi único límite.

Que si puedo estar para otros cuando me necesitan, también puedo (y debo) estar para mí. Yo me necesito y tengo que estar ahí.

Que la felicidad no puede seguir postergada, que no es algo que haré “algún día”, no hay que perder más tiempo. Me pregunto por qué me frené tanto tiempo. La única respuesta que me surge es la depresión es una mierda. Fuera de eso sé que necesito un cambio de actitud hacia mí. Ponerme primera.

Que cuando otra gente te dice todo eso (y me lo han dicho mucho) puede no servirte. Hasta que no lo sentís en las entrañas. Este fin de semana lo sentí, lo viví, lo bailé.

Y sobre todo, en ese momento en que bailamos la vida misma, cuando yo me contenía y me ponía colorada, la voz de la maestra bailarina se acercó y me dijo Podés más.

Iré por todo eso que puedo

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