¿Se puede volver a algo de donde nunca me fui?
Volver a mí, volver a escribir, volver a sacar la voz afuera, o la tinta, o la letra o los caracteres, llamado como quieran.
Volver a usar la expresión Kilómetro Cero no me convence. En este momento siento que son cien mil kilómetros de todo.
El espacio, como el tiempo, son medidas relativas... ¿quién creería que todo esto tuvo lugar en un año?
Cada una de las cosas que sucedieron en 2012 habrían podido ser el único suceso y con eso habría tenido stress para los 12 meses, pero no, todo junto: el infarto (con buena salida) de mi suegro, la mudanza que no llegaba hasta que se dio, mi casamiento, la muerte de mi mamá....
Siento un cansancio infinito, de siglos, de kilómetros y kilómetros.
Sin embargo, el tetris mental este año está acomodándose muy bien. No es (fue) fácil. Pero creo que hice grandes avances. Quedará marcado a fuego como un año bisagra.
Volveré a ver mil veces las fotos. Volveré a agradecer millones de veces lo que tengo. Soy millonaria en amor.
Creo que en todas las cosas que pasaron, cada uno de mis afectos fue fiel a sí mismo e hizo lo que habría hecho siempre. Y eso está bien. Yo también lo hice, y uno de los recorridos más grandes fue transitar el camino hacia mí.
No digo de vuelta a mí, porque antes no me escuchaba tanto, no me quería tanto, no me respetaba tanto. Estaba siempre viendo lo que creía que estaba haciendo mal. Por algún motivo tenía la vara demasiado alta. Una de las cosas más importantes de este año es que la vara esa la rompí al medio y la tiré.
No tengo que llegar a ningún objetivo, no tengo que volver a ningún lado.
Miro para adentro, salgo y doy, miro para afuera recibo e incorporo.
Volver... volver a pensar en mí, pero en otra yo, en la que soy.
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