El hueco

Ayer no hice todo perfecto. Creo que adecuarme 100% a este plan me va a llevar unos días. Pasar de comer las cantidades que comía a lo que debo hacer no se hace de un día para el otro.
A cada rato siento un hueco en el centro del estómago, y renace la vieja pregunta ¿qué quiero llenar? Intento combatirlo con 2 frases mentales: una es la comida no me domina, la otra que me digo es mi alimento pasa por otro lado.
Soy consciente de que tengo muy asociada la comida a las emociones. Si me siento triste, si me alegro, si me encuentro con alguien, todo tiene una comida. Y sobre todo tengo asociada la comida al placer. Me gusta llevarme a la boca algo rico. Sin embargo a veces no lo llego a disfrutar, porque como muy rápido o porque me dan ataques de voracidad. Qué contradicción ¿no? si no lo voy a saborear ¿para qué lo como?.
Una de las sensaciones de disgusto más grandes para mí es morder algo y que no me guste. PUF, me deja un mal ánimo... cuánta importancia este paladar mío.
En terapia todavía no encontré esas respuestas de lo que hay que llenar, pero sí aprendí que puedo decirme que el alimento del alma es otra cosa.
Les cuento algo: el martes cuando salí de la nutricionista tenía pensado ir al club. Empecé a dudar, digo me cambio en el shopping y camino por el parque asi vuelvo pronto a casa (¿se imaginan, con el calor y la mochila?)... y me vino este pensamiento ¿volver rápido? ¿qué tengo que hacer que sea más importante que hacer algo por mí?.
Así que me fui al club, me cambié y me subí a caminar a la cinta.
En este momento lo más importante soy yo, y lo mejor de todo es que esta actitud y esta alegría me retroalimentan las pilas y llevo mejor las otras cosas (como las tareas de la casa).
El objetivo más importante es evitar el hueco, que la comida esté asociada a la nutrición, y el alimento asociado al alma. Y saber que para alimentar el alma hay un millón de cosas mejores que la comida.